No febas so que ubrir la puerta de la escuela, y ya te trobabas una sonrisa de bienvenida. Ixo, y aquel sol que entraba per las ventanas, te feba sentir en casa. Una casa en la que viyebas el respeto, almiración y cariño que teneban es borches pe’l suyo profesor. Un compañer del que voi aprender a estar una miqueta més mayestro (anque me falte abundante encara…). M’habría feto goi tornar a troballar con tú ta continar aprendendo, pero no podrá estar. Nos quedarén con es recuerdos, y mirarén de que no s’olvide lo que nos vas enseñar a toz, chicoz y grans. ¡Basta siempre, mayestro!
Luis, te he conocido a través de las palabras de algunas personas que te quieren y admiran : “Nuestro Maestro” dos palabras que juntas iluminan el mundo.
ODA AL MAESTRO
Hace tiempo que en el aire se paseaba.
Por saber ser hijo de la tierra,
Por tener el hermoso cielo de la niñez en la mirada.
Por ser amado y amante, ser luz entre tinieblas.
Ser faro en el mar tormentoso
Y ser fuego en las noches de frío.
Por ser amor, pirámide y catedral.
No hay ausencia cuando todo ya estaba lleno.
No hay vacío en los corazones que saben del latir del mundo.
No hay temor cuando nunca hay ocaso.
Cuando el despertar es eterno.
Cuando los abrazos profundos quedaron para siempre.
Cuando siempre quedaron en lo mas profundo.
Mi maestro,
Tu que me enseñaste a encontrar el oro
en la casa de un caracola.
Que me fascinaste con lo mas simple,
Que redescubría la vida con el silencio.
Que me enseñaste a escuchar mi latido…
Tan lejos y tan cerca,
Tan duro y tan tierno como la vida misma.
Jamás te fuiste porque ya estabas en todos lados.
Porque ya caminabas por los senderos de las
Estrellas y las profundidades de los océanos.
Es así, jamás te fuiste.
Nosotros estamos aquí, contigo siempre.
Con una sonrisa imperturbable.
Como nos enseñaste.
Fuertes, sonrientes, y eternamente vivos como tú.
R. Lucas
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Luis, querido amigo, qué vacío dejas en este mundo!
Cuántas cosas hemos aprendido de tí… eres un hombre respetuoso, amable, siempre con una mano tendida dispuesto a ayudar.
Hemos dejado en tus manos la educación de nuestros hijos y no se me ocurre una persona mejor. Les has enseñado que el amor y el respeto son lo más importante en esta vida, qué la disciplina y el trabajo tienen su recompensa, que se puede conseguir lo que se busca si se persigue con afán.
¿Qué vamos a hacer sin tí?
Yo, personalmente, confío en tí, en tu prudencia, en tu aplomo, en tu capacidad de organizar y controlar un aula difícil como es una unitaria.
Y confio en tí a nivel personal… He perdido un amigo.
Te echo de menos Luis. Todos en casa te echamos de menos.
Elena fabirol